Sus ganas por llegar a un sitio seguro era indiscutiblemente importante tal era así, que de ello dependía su vida. Su aliento al borde del abismo, se dejaba ver a causa del frío y la rapidez que exhalaba la protagonista. Se oían los sonidos de las botas en los charcos de agua. Sus recuerdos iban y venían como el simple y continuo movimiento de un péndulo.
Pasó seis años junto a su marido, hombre bruto de gran tamaño, mirada fija y desafiante. Al principio de conocerse era un hombre encantador traía dinero a casa, hacía la cena y bañaba a sus hijos. Años después perdió su trabajo y su vida se desmoronó. Unos gritos mezclados con un "lo siento"al principio, luego se intensificó, amenazas, insultos a los niños, golpes con moratones hacia su mujer...
Fue entonces, esa mañana cuando salió calle abajo, cerró la puerta de su casa con fuerza y salió corriendo hasta que su respiración y su aliento le indicaran amablemente que parase...
"No más, ya no..." pensó ella. De frente, la comisaría.
Sara Snezha Pozo Rodríguez.