lunes, 14 de septiembre de 2015

RETRATO CON RECUERDO.

Cara al descubierto, luz en los ojos, reflejo en su mirada, "una obra magnífica", dijo Aristóteles al ver la estatua, se quedó pensativo como si quisiera averiguar detrás de esa piedra dura y fría, los sentimientos que guardaba la dama... 
Fue tal obra que el artista, de avanzada edad, al terminar sus últimos golpes de martillo contra la piedra, se quedó de pie, a un metro de distancia. Su respiración se pausó y su cuerpo con dificultad se puso firme, como si de una reina se tratase agachó la cabeza en señal de respeto. El artista la miró, la tocó con sus manos ásperas y estropeadas tras el esfuerzo de alcanzar la belleza. De repente, una tímida y fría lágrima asomó desde el lagrimal del ojo derecho, el otro era de cristal y lloraba por un sólo ojo. Palpando el frío de la piedra y en su mano el martillo, se arrodilló a los pies de su obra y se tumbó, cansado ya no por su esfuerzo, sino por la edad y se durmió.
A la mañana siguiente, Aristóteles, amigo del artista, fue a su casa y quiso despertar a su amigo, éste no respondía, no respiraba, murió a los pies de su amada fría e impasible, bella e inalcanzable, entonces dijo Aristóteles: "Una obra magnífica, maestro..."


Sara Snezha Pozo Rodríguez.

sábado, 5 de septiembre de 2015

NO SIN MI CACAO

Son tus labios con los que puedes controlar mi estado de ánimo, con los que con un sólo roce en mi cuerpo resurge la pasión. 
Te alejaste cuando tus labios dejaron de mirarme, cuando tus ojos dejaron de hablarme, tu cuerpo estaba frío. Siempre estabas pendiente de mi, nos queríamos mucho. Nuestra relación se había extendido a lo largo de dos años, pero cuando en una noche inesperada me dijiste que te amara, que te amara como si fuera la última vez. Tus labios besaron los míos con cariño, nuestras lenguas se saludaron con ternura y nuestros ojos se miraron con pasión mezclada con deseo y avaricia y así estando en un continuo estado de éxtasis llegar a la locura y disfrutar de un placer perenne, como solíamos sentir cuando nuestras manos resbalaban por todas las curvas de nuestros cuerpos.
Era tan brutal ese momento... Pero cuando te alejaste y tus labios dejaron de mirarme, tus ojos no hablaban y tu cuerpo frío. Ahora nos separa una lápida para poder estar juntas, cuerpo con cuerpo. Mi deseo de estar contigo, otra vez, es mucho mayor que la pasión con la que me pediste que te amara, nunca pensé que tu ex-marido te volviera a ver para llevarte a la tumba, reina. 
Ha pasado tiempo, pero mis labios se resecan ahora no tengo los tuyos, vivo a base de mi cacao, cuando salgo siempre te tengo conmigo. 



Sara Snezha Pozo Rodríguez.


SIGUE LA CADENA.

Al igual que respiramos aire, ese mismo aire lo contiene el globo rojo de ese niño feliz que está en la feria con sus padres. Sin aire no seríamos nada, sin agua nos ahogaríamos de sed, sin aire nuestros pulmones se llenarían de nada y sin globo los pequeños serían infelices. 
Todo tiene sentido, son sucesos, emociones... 


Sara Snezha Pozo Rodríguez.

TU Y YO

Escuchando tus palabras, casi no prestaba atención. Mi mente estaba en otro punto del universo. Estaba analizando tus labios por donde salían tus distintos y suaves fonemas, tus ojos por donde se reflejaba mi cara, tu pequeña y chata nariz. 
Estábamos en un café cerca de tu casa, aunque había mucha gente, mi mente era capaz de abstraer a todos excepto a tí, tus ojos, tus labios, tus manos, tu cuerpo. Casi no recuerdo lo que dijiste, sin embargo sabía que era algo bueno, lo sabía porque esos ojos me despertaban seguridad, complicidad, sabía que tus palabras eran buenas porque empezaste a sonreír, me cogiste mi mano y te la llevaste a tu cara para que te acariciara... 



Sara Snezha Pozo Rodríguez.

HOY SÍ, MAÑANA NO.

Hoy mis labios te echan de menos, mis ojos añoran tus pupilas y tu manera de mirarme. Mis manos recorren imaginariamente tu cuerpo, para no perder ni el más mínimo detalle de tus curvas y volúmenes. 
Hoy mis pensamientos y las ganas por volverte a ver van sumergiendo poco a poco. Mi cama, sola en mi habitación, me mira con ojos desganados sabiendo que no vas a volver que mañana pasará frío por no tener dos cuerpos encima de ella. Mis sábanas se echarán a llorar puesto que ya no podrán abrazarte ni darte calor por las noches... 
Tus labios decorados de un rojo carmín se vuelven presa de mi locura y tu caminar, despierta en mi la bestia que tengo dentro, mis labios empiezan a besarte y mis manos recorren tu cintura y espalda desnudas. Nadie nos ve, la noche es clara y hay silencio en los pasillos de nuestra casa. Bésame como si fuera la última vez, como si mañana no existiera, como si fuera la flor de hibisco que muere a la mañana siguiente. Bésame con pasión y locura, puesto que mañana no sabremos qué pasará. 



Sara Snezha Pozo Rodríguez.

sábado, 29 de agosto de 2015

ESENCIA FEMENINA.

"Era una mujer alta, dotada de un encanto singular, hecha de engañosos contrastes. Medio flor, medio roca, su belleza hubiera podido hacer de ella la musa de un pintor.
Ella y sus caderas, finamente trabajadas por algún escultor que con tanto mimo hizo aquella obra personificada, se refugiaban en su ventana mirando a los astros como si de héroes se trataran. Su belleza eclipsaba a la Luna y al Sol lo intimidaba. Las Estrellas la miraban de reojo y disimulaban para no levantar sospechas, puesto que la Luna estaba presente. 
Era tal su belleza, que hasta el más loco de su barrio, habría pensado que se trataba de una musa que nunca llegó a ser de ningún artista... libre y sin prejuicios. Ella y tan sólo ella, sabía que era dueña de sí misma..." 



Sara Snezha Pozo Rodríguez

lunes, 20 de abril de 2015

PUNTOS SUSPENSIVOS...

Tras esos cristales grandes y redondos se veían unas arrugas, fruto del paso de los años, rodeando unos ojos preocupados que inundaban toda una fría y sombría habitación. En su mirada se podía leer palabras tales como "dolor", "angustia" "desasosiego"...
Unos delgados y huesudos dedos sostenían una carta, la dejó por un momento para poder reflexionar sobre las últimas palabras que sin ninguna delicadeza estaban escritas de forma violenta, a causa del rápido y desesperado movimiento de pluma...


Sara Snezha Pozo Rodríguez.

VAPOR Y HUMO


Parece que es ella, cuando la vi me quedé de piedra, pero el humo del tren me impedía verla con claridad. A pesar de ese contratiempo sabía o tal vez, deseaba que fuera ella... con los labios rojos pulcramente pintados esperando a que alguien dejara sus huellas labiales en ese pigmento pegajoso. Con tacones negros, serios con un toque de elegancia. Pero me di cuenta que estaba esperando a otra persona, justo delante de mi.
Al anochecer, me acosté intentado quitarme la imagen de Carolina, esa mujer en la estación del tren se parecía a ella, o tal vez mi mente había jugado con mis sentimientos. 

La sensación de vapor y frío eran indescriptibles, cada una estaba subordinada una de la otra, si no existiera el frío no habría el vapor de cada exhalación que emitimos para poder respirar, como mi relación con Carolina. Nos habíamos conocido en un café antiguo de París, y nos enamoramos nada más vernos. Nuestro amor se convirtió en amistad, cuando salíamos a la calle, pero dejábamos de ser amigas cuando nadie nos veía, era un amor prohibido, con engaños y pasión. Nos amábamos en la cama de un modo sutil, dulce y sigiloso, con mucho cuidado, pero a la vez con gritos silenciosos. 
Repetidas esas quedadas, hubo un momento en el que las palabras sobraban, ni nos decíamos nada, sus miradas de deseos eran evidentes y mis manos apenas respiraban por acariciar su cuerpo. 
Al llegar a la cúspide de hacer el amor, nos quedábamos desnudas de tanto gasto emocional y corporal que habíamos realizado, como si el humo del tren terminara de salir de la chimenea una vez finalizado su trayecto, de fondo el sonido de la tetera, señal de que estaba listo el té. 

Sara Snezha Pozo Rodríguez.


DESTINO

Te alejaste confundido. A tus ojos unas ardientes lágrimas asomaban, te apresuraste a enjugarlas por temor a que alguien te viera... Una culpabilidad retrospectiva te hostigaba, te detuviste un momento. 

Una pesada sensación de tristeza se instaló en tu estómago. Eran aquellos muros inexpugnables que aparecen cuando ya no puedes dar marcha atrás, "¿por qué hice eso aquella noche?" te preguntaste una y otra vez. Sin embargo, nunca ninguna respuesta hubo. Silencio. Oscuridad. Miedo. Estas son las tres palabras que flotaban en la atmósfera, la cual por la garganta nos rodeaba... 


Sara Snezha Pozo Rodríguez.